Audiencia de S.M. El Rey a la Conferencia de Consejos Sociales

Transcripción del discurso pronunciado en la audiencia de S.M. El Rey Felipe VI a los miembros del Comité Ejecutivo de la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades Españolas (CCS).

Audiencia de S.M. El Rey Felipe VI a la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades Españolas

Majestad,

Ante todo muchas gracias Señor por recibir a la ejecutiva de la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades Españolas (CCS). La Conferencia agrupa a los Consejos Sociales de 47 universidades públicas y a un número creciente de órganos rectores de universidades privadas. En nuestros plenos está representada toda la sociedad: empresas, autónomos, personas relevantes de la sociedad civil, gobiernos y parlamentos autonómicos, ayuntamientos, sindicatos, personal universitario y alumnos.

Aunque nuestras funciones regladas se limitan al control económico y presupuestario y del rendimiento de los servicios de las universidades y aun eso con un claro desajuste entre competencias teóricas y capacidades reales, somos los representantes de la sociedad en el gobierno de la universidad, y no podemos olvidar que la universidad pública no es de quienes trabajan y estudian en ella –profesores, investigadores, personal de administración y servicios, y alumnos – sino de toda la sociedad, porque todos la financiamos con nuestros impuestos y porque está al servicio de un interés general que debe ser prioritario: la educación pública superior, nada menos que la formación del talento de las personas, que es el principal motor del desarrollo económico y del bienestar social en la moderna sociedad del conocimiento.

Es verdad que tenemos universidades muy meritorias que atesoran un talento excepcional e investigan mucho y bien y proporcionalmente más que sus equivalentes en otros países europeos comparables. No es menor el talento de nuestras universidades que el que pueda tener cualquiera de nuestras empresas más competitivas e internacionales.

España debe mucho a su universidad. Fue decisiva en el origen y consolidación de nuestra moderna democracia y supo democratizar el acceso a sus aulas y la incorporación al mercado laboral de muchas generaciones de españoles, garantizando la igualdad y el ascenso social por criterios de esfuerzo, trabajo, capacidad y mérito.

Pero los Consejos Sociales, desde nuestra responsabilidad como representantes de la sociedad, venimos advirtiendo que la universidad pública española necesita urgentemente reformas y, precisamente estos días, le estamos advirtiendo a los partidos políticos que concurren a las próximas elecciones generales, y a toda la sociedad española, que los obsoletos sistemas actuales de gobierno y financiación de nuestras universidades públicas están lastrando gravemente su excelencia y, por tanto, comprometiendo la formación universitaria del capital humano, que es nuestra mejor baza para seguir creciendo como país en riqueza y bienestar social, en un mundo global, científico y tecnológico que avanza a ritmo de vértigo.

Audiencia de S.M. El Rey Felipe VI a la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades Españolas

El pasado día 26 de septiembre, Universidades, Consejos Sociales, la Cámara de Comercio de España, organizaciones empresariales y sindicales y estudiantes, presentamos en el Congreso de los Diputados un comunicado conjunto pidiendo a las instancias políticas parlamentarias que sitúen a la universidad española como una prioridad estratégica de su acción y promuevan una nueva Ley Orgánica de Universidades que cuente con un amplio consenso político y social plasmado en un gran Pacto de Estado. Apenas tuvimos eco, ni político ni social.

Mientras el resto de los países europeos han emprendido ya, en estos primeros años del siglo XXI, profundas reformas estructurales que están logrando que sus universidades sean cada vez más productivas, económica y socialmente, y más competitivas a nivel internacional, en España seguimos con un sistema de autogestión universitaria que viene de la Ley de Reforma Universitaria de 1983. Es defendible quizá, que en la España de ese año fuera comprensible lo que se legisló, porque había que reaccionar frente a la entonces vigente Ley Villar Palasí de 1970, pero estamos ya en el siglo XXI y en ningún otro país del mundo comparable, la universidad pública se autogobierna por quienes trabajan y estudian en ella. No puede admitirse que, en el siglo de la globalización del talento, un Rector tenga que provenir necesariamente de la propia universidad donde se elige y ganar una votación, con el consiguiente conflicto de intereses entre los de quienes le votan y el interés general de una sociedad moderna que necesita una gestión del mérito sin endogamias ni compromisos electorales.

A la necesidad de reforma del gobierno universitario se une la necesaria mejora del sistema de financiación. España tiene que priorizar e invertir más en educación y en investigación en general, y en la universidad en particular.

Es fundamental que nuestras universidades públicas sigan la senda de los cambios que se han venido produciendo en Europa: órganos de gobierno más ágiles y operativos, con significativa presencia y protagonismo de representantes de la sociedad externos a la universidad en detrimento del corporativismo interno, mayor autonomía operativa con mejor rendición de cuentas, progresiva profesionalización de la gestión universitaria, diferenciando claramente las funciones académicas de las gestoras, mejor financiación vinculada a la consecución de resultados.

Tenemos que potenciar la tercera misión universitaria, aprobando esa gran asignatura pendiente de la economía española que es la transferencia de resultados de la investigación pública y su conversión, por el sector productivo, en desarrollo económico y social, prosperidad y empleo. Universidad y empresa no son dos líneas paralelas, una pública y otra privada que nunca convergen, sino dos instrumentos de una única sociedad civil que necesita que trabajen juntas para su progreso y bienestar.

Por todo ello Señor, creemos justificado pedirles a nuestros representantes políticos en estos momentos que tengan valentía, porque la reforma de la universidad nunca ha sido fácil, pero hay que hacerla; generosidad, porque sus resultados se verán a medio y largo plazo y siempre más allá de las próximas elecciones; y grandeza de miras, porque España será en el futuro el resultado de lo que hoy sea capaz de invertir en la excelencia de su educación y de sus universidades.

Una vez más, muchas gracias Majestad.

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