Humanismo digital: una nueva oportunidad desde el ámbito universitario

Transcripción del discurso pronunciado el 23 de junio de 2022 en la apertura de la jornada ‘Humanismo digital: una oportunidad desde el ámbito universitario’, en el Espacio Solo (Madrid).

Buenas tardes, tanto a los aquí presentes como a los que estáis conectados de manera virtual, muchas gracias por vuestro apoyo a esta jornada que hemos titulado, con toda la intención ‘Humanismo digital: una nueva oportunidad desde el ámbito universitario‘. Quiero trasladar, además, mi agradecimiento al Espacio Solo por posibilitar que esta jornada se lleve a cabo en sus inspiradoras instalaciones.

Los Consejos Sociales somos el órgano de participación de la sociedad en la universidad. Tenemos la responsabilidad de procurar que las universidades den una respuesta adecuada, como servicio público que son, a las necesidades de formación del talento de nuestras personas, porque ese talento formado es el verdadero motor del desarrollo económico y social y la última garantía de nuestro bienestar social, en este mundo global, competitivo, tecnológico, sostenible y extraordinariamente cambiante que nos ha tocado vivir. Precisamente porque es global y competitivo, es extraordinariamente justo y agradecido al esfuerzo y al mérito.

Y es un mundo tecnológico porque es indudable que la tecnología se ha convertido en un área transversal en todos los sectores de actividad de nuestra sociedad. Con la tecnología como motor, la velocidad de cambio de la vida, del mundo, es realmente sideral. Frases como que el futuro ya no va a volver ser lo que era o que en el futuro lo único que va a permanecer constante es el cambio, son algo más que frases hechas. Encierran unas consecuencias realmente espectaculares.

Pero afortunadamente la revolución tecnológica viene acompañada de otra no menos impactante y es la de la sostenibilidad.

Hace hoy una semana, me invitaron a dar una charla como padrino de una promoción de postgraduados en una universidad española. Allí traté de compendiar, en 10 reflexiones, la experiencia profesional de toda mi carrera y, una de las reflexiones, decía lo siguiente:

TECNOLOGÍA, SÍ, PERO CON HUMANISMO, TECNÓLOGOS, PERO TAMBIÉN SERES HUMANOS SOSTENIBLES Y SOLIDARIOS. El capitalismo tiende al exceso porque corrompe fácilmente al ser humano con el dinero y el poder. Por eso hay que inyectarle en vena compromiso social y ponerle alma y corazón. Si no lo hacéis vosotros directamente, acercaros y ayudad a los que lo hacen viviendo para otros y renunciando a su propio yo. Eso os hará más felices. Lo más bonito e importante que he hecho yo en INDITEX no ha sido la expansión internacional ni la salida a Bolsa de la empresa, sino su Responsabilidad Social Corporativa. Ni os imagináis la mejora que supone en la calidad de vida de miles de personas en el tercer mundo la sostenibilidad social en Occidente. Es un mundo de gente extraordinaria, que merece la pena y te equilibra la mente”.

En definitiva, siempre el ser humano como centro y medida de toda actividad económica y social.

Es importante que todo esto lo asimile y lo ponga en valor el sistema educativo y, en concreto, las universidades, que son el gran garante de la igualdad de oportunidades, el gran instrumento de la promoción, del ascenso social a través del trabajo y del esfuerzo, es decir, del mérito. Siempre digo que somos lo que hacen de nosotros familia y educación. Pero si antes el sistema educativo se centraba en transferir, sobre todo, conocimientos, hoy en día eso no basta, en primer lugar porque ahora los conocimientos tienen fecha de caducidad y tienen que ser renovados, pero además porque tienen que ser completados con lo que hoy llamamos las soft skills, las habilidades y las competencias profesionales, por ejemplo, el afán de innovación, las habilidades interrelacionales, el emprendimiento, el intraemprendimiento, el liderazgo, la mentalidad global, el trabajo en equipo y un largo etcétera. En todas ellas tiene que haber un sustrato de tecnología. El riesgo está en olvidar el humanismo.

Jornada Humanismo Digital

En este mundo cada vez más digital a menudo se escuchan voces que dudan sobre el futuro de las Humanidades. Precisamente hace unos días asistimos a un sano debate generado en redes sociales en relación con la decisión de un joven, brillante estudiante español, que eligió una carrera de Humanidades, concretamente una Filología Clásica, habiendo obtenido una excepcional nota en la Selectividad.

La opinión pública se polarizó al conocer esta decisión. Muchos consideraron que su elección había sido totalmente desacertada, pues con esas notas bien podría haber optado por una carrera “con más salidas profesionales”. Otros, sin embargo, consideraron que Gabriel hizo bien siguiendo su pasión, pues solo de las decisiones que tomamos con el corazón podemos obtener la felicidad.

Afortunadamente parece que el cambio del mundo al que estamos asistiendo es tan profundo que los parámetros tradicionales para medir lo que es una “buena salida profesional” se están desdibujando.

Y empezamos a ver noticias relacionadas con el interés de las empresas tecnológicas por contar cada vez más con perfiles humanistas. Google ha anunciado recientemente que contratará a más de 4.000 humanistas en los próximos años. La transformación digital está potenciando cada vez más la vertiente aplicada de las Humanidades. Está generando empleo también para estos perfiles.

Por las noticias que nos llegan, los países más desarrollados ya están sabiendo aprovechar el talento humanístico aplicándolo al sector digital. En España, tenemos la obligación moral de avanzar hacia la modernización de los paradigmas que rodean a la utilidad de las Humanidades, históricamente desvinculadas del sector productivo. La transformación digital es una gran oportunidad para lograr comprender cómo la ética, la filología o el arte, pueden convertirse en fuente de riqueza y bienestar. Para llegar a este nuevo paradigma debemos realizar profundos cambios en nuestro actual sistema educativo, que debe conectar las disciplinas humanísticas con las grandes tendencias y movimiento sociales y económicos del s. XXI, y no solo desde una perspectiva contemplativa. Los humanistas estamos llamados a desarrollar un papel activo en la sociedad, capaz de generar valor compartido, y no solo a conservar y nutrir el acervo intelectual y cultural de un país, lo cual también es digno de elogio, sin duda.

En un reportaje publicado recientemente en un medio de comunicación, se lanzaba la siguiente pregunta: ¿Queda espacio para los filósofos, los filólogos y los historiadores del Arte? El reportaje incidía en que los expertos consideran que sí lo hay y que, incluso, serán estos profesionales los que lideren el camino a seguir en el futuro.

Y añadía que, entre los fundadores y responsables de muchas de las empresas más innovadoras del mundo, hay perfiles de letras. Susan Wojcicki, directora ejecutiva de YouTube, estudió Historia y Literatura; Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn y Stewart Butterfield, cofundador de Flickr y Slack, se licenciaron en Filosofía; y Carly Fiorina, exdirectora ejecutiva de Hewlett Packard, obtuvo el título de Historia y Filosofía Medieval.

Los profesionales de las Humanidades, están además, contribuyendo a la reflexión sobre la evolución de la ciencia, en campos que están generando un gran impacto social, como la automatización, que afectará profundamente al empleo, o la inteligencia artificial, cuyo impacto multidimensional y poliédrico, desde el punto de vista social, exige de un approach humanístico e interdisciplinar, capaz de orientar el desarrollo de la tecnología al aprovechamiento de oportunidades y a la minimización de riesgos.

Las empresas requieren cada vez más perfiles con una formación humanista que sean capaces de abordar los problemas éticos que generan la Inteligencia Artificial y el machine learning, la rama que explora técnicas para que las computadoras aprendan por sí solas.

Los asistentes de voz requieren de expertos que conozcan con detalle la forma de comunicarse de las personas. Tener conocimientos en metafísica o epistemología se valora en empresas tecnológicas, como atestigua la bolsa de trabajo estadounidense para filósofos philjobs.org.

La consultora estadounidense y proveedora de servicios educativos EAB relata cómo Silicon Valley, en California, la meca de la innovación tecnológica donde se encuentran Apple y Facebook, busca graduados en Humanidades para configurar la manera en que la tecnología debe interactuar con los humanos y para dotar de ética a los algoritmos que rigen e influyen en nuestras vidas: desde las recomendaciones que nos hace una Plataforma audiovisual hasta las decisiones que tendrá que tomar el vehículo autónomo ante una colisión inminente.

En fin, parece que la transformación digital ha venido para abrir un gran horizonte para las Humanidades. La pregunta que creo que debemos hacernos ahora es: ¿Esto está pasando o va a pasar en España? Nuestro brillante bachiller futuro titulado en Filología Clásica, ¿tendrá que emigrar a un país anglosajón para poner en valor su talento, o encontrará aquí el ecosistema que le permita vivir de su pasión?

España tendría que trabajar muy duro para abrir dos caminos. El primero, el de la reforma de la Universidad española, que necesita de un nuevo sistema de gobernanza, que permita reaccionar rápidamente a la velocidad de cambio del mundo y actualizar la oferta docente e investigadora a las tendencias actuales de la sociedad y del mercado sobre el que se asienta su bienestar. Lamentablemente, el proyecto de nueva LOSU que acaba de aprobar el Consejo de Ministros no va por esa vía. El segundo camino, es el del emprendimiento, pues si somos capaces de crear más y mejores empresas, con una sólida base tecnológica y humanística, nuestros jóvenes podrán invertir su talento en nuestro país.

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