La necesaria reforma de la universidad

Recientemente se han hecho públicas las propuestas para la reforma y mejora de la calidad y eficiencia del sistema universitario español formuladas por la comisión de expertos creada por el Ministerio de Educación. La duda a resolver es si van a protagonizar la necesaria reforma o si va a ser uno más de los informes sobre la universidad que duermen el sueño de los justos. Las propuestas incluyen las habituales dosis de concienciación colectiva (la sociedad debe apreciar, cuidar y por tanto exigir más a sus universidades, piedra angular de la economía del conocimiento y de la competitividad en el mundo actual); reconocimiento de méritos (al extraordinario papel que han desempeñado las universidades españolas en el desarrollo cultural, económico y social del país desde la transición a la democracia y a su gran papel corrector de desigualdades sociales), y análisis crítico (las universidades españolas necesitan una mayor diferenciación y especialización, faltan universidades de excelencia y las universidades no preparan a los jóvenes suficientemente para encontrar un trabajo adecuado al título que reciben). Hasta aquí nada nuevo a lo que ya podemos encontrar por ejemplo en el ‘Documento de mejora y seguimiento de las políticas de financiación de las universidades’ aprobado en el 2010 por el Consejo de Universidades y la Conferencia General de Política Universitaria, en el ‘Documento sobre gobernanza universitaria’ del Ministerio de Educación del 2011, o en el de la comisión de expertos internacionales, ‘Universidades fuertes para la España del futuro (2011)’, por citar solo tres informes.

Pero aunque solo sea por la adenda que dos de sus miembros, ilustres juristas, han planteado a las propuestas, estas van a tener el valor de centrar el debate en la gestión y gobernanza como eje estratégico de la necesaria reforma de las universidades. Con un sistema de gestión burocrático-colegiado de líneas de mando y responsabilidades horizontales en el que el rector es solo primus inter pares que administra consenso y por tanto no ejerce mando, con lo cual genera atomización, no incentiva el mérito e impide la definición estratégica, las universidades obtienen unos resultados más que razonables. ¿Nos imaginamos lo que podría hacer el talento de las universidades con una adecuada dirección jerárquica y capacidad de gestión estratégica que fortalezca y valorice el mérito y la excelencia al servicio de la transferencia y puesta en valor social y económico del conocimiento y de la investigación universitarios?

El valor de la gestión eficiente no es patrimonio de lo privado, sino presupuesto de la excelencia de cualquier institución, incluida claro está la universidad. Por ejemplo, Isis Innovation, la agencia de transferencia de la universidad de Oxford, lo demostró en los albores de este siglo en un modelo de aplicación universal.

¿Principio de autonomía universitaria? Las libertades de investigación y de cátedra son sagradas y deben garantizarse libres de la injerencia política, pero autonomía no es soberanía, la Constitución la garantiza “en los términos que la ley —instrumento normativo de la sociedad— establezca” y la universidad, lo recuerda también el informe de expertos, está precisamente al servicio de la sociedad y no de sí misma y no es patrimonio de sus miembros (estudiantes, docentes e investigadores y personal de administración y servicios) sino de la sociedad que la financia.

Una opción es actuar con responsabilidad social y, aunque solo sea porque una España en crisis necesita universidades excelentes y competitivas que sean motores del desarrollo social y económico y de la creación de empleo, conseguir entre todos, hablando y sobre todo escuchando, un modelo de gestión y gobernanza que permita la optimización del talento universitario, lo que beneficiará primero a las propias universidades y luego a toda la sociedad. La otra es perder más años debatiendo sobre la autonomía universitaria y anatemizando sobre los riesgos de lo privado.

Artículo publicado el 1 de marzo de 2013 en La Voz de Galicia

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