Situación y retos de las universidades españolas ante la transformación digital

Transcripción del discurso pronunciado el 22 de septiembre de 2020 en el Programa Radia, iniciativa de la Fundación ONCE, la Fundación CEOE y la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades Españolas (CCS).

El pasado año 2019, la Conferencia de Consejos Sociales (CCS) y la Red de Fundaciones Universidad-Empresa (REDFUE) llevaron a cabo una encuesta entre 34 universidades españolas (25 universidades públicas y 9 privadas) sobre la ‘Situación y retos de las universidades españolas ante la transformación digital.

Las 34 universidades participantes aglutinan el 49% de los 1.595.039 estudiantes totales matriculados en las universidades españolas durante el curso 2018/19.

Además, se celebraron 19 mesas de debate, en las que participaron 225 personas, distribuidas en diferentes ciudades españolas (Almería, Córdoba, La Laguna, Las Palmas de Gran Canaria, Madrid, Murcia, Valencia, Vitoria y Zaragoza).

Situación y retos de las universidades españolas ante la transformación digital

Transcribo a continuación algunos datos y conclusiones especialmente significativos:

La transformación digital va de personas y por tanto su motor es la estrategia y no la tecnología e implica poner en práctica una nueva cultura en la que deben intervenir todos los actores que forman una organización. Las tecnologías son solo herramientas que, bien implementadas, mejoran la competitividad de las organizaciones.

Solo cinco universidades opinaron que debían de reinventarse y solo una de cada tres estaban desarrollando estrategias de transformación digital para acometer cambios profundos. Únicamente ocho universidades indicaron que tenían planes para adoptar nuevas tecnologías en los próximos años.

Frente a la situación generalizada de optimización de los modelos de funcionamiento, incorporando formación on-line y digitalizando los procesos administrativos, los expertos participantes consideraron (I) que la transformación tecnológica de las universidades debería implicar disrupción y, por tanto, cambios drásticos y no solo meras adaptaciones, (II) que, al igual que hacen las empresas para ser más competitivas, las universidades deberían de situar más a su cliente, que es el estudiante, en el centro de su estrategia y utilizar nuevas tecnologías, como la analítica de datos combinada con la inteligencia artificial, para establecer nuevas formas de relacionarse con sus estudiantes y adoptar estrategias personalizadas para acercarse a ellos y dar respuesta a sus necesidades en línea con los retos tecnológicos de este mundo global y competitivo que nos ha tocado vivir, sin olvidar las humanidades.

Europa prevé que 500.000 empleos digitales quedarán sin cubrir en este año 2020.

El índice NRI (Índice de Conectividad) realizado por el World Economic Forum, sitúa a España en el puesto 35 de 139 países en relación con el nivel de digitalización.

Según el análisis Workmonitor de Randstad sobre escasez de talento, España es uno de los países europeos con mayor desajuste entre la formación de sus profesionales y las necesidades empresariales.

El informe del World Economic Forum (WEF) ‘The future of jobs and skills’ indica que debido a los cambios disruptivos a los que se enfrenta el mercado de trabajo, se perderán millones de empleos, muchos de ellos relacionados con trabajos rutinarios de oficina y administrativos o de producción y manufacturas. No obstante, el desarrollo de tecnologías como la Inteligencia artificial o el Blockchain generará más de 133 millones de nuevos roles de trabajo y creará 58 millones de nuevos empleos.

Manpower apunta a que España necesitará 1,6 millones de perfiles técnicos y cualificados en la próxima década, una situación que coincidirá con elevadas tasas de desempleo en otros perfiles de menor formación académica o con especializaciones con menores salidas profesionales.

Hay una percepción generalizada de que el modelo tradicional universitario no es sostenible. La llamada Educación 4.0, caracterizada por temas como un crecimiento de estudiantes no tradicionales, el aumento de la demanda de habilidades basadas en competencias y el avance de la tecnología, exigirá cambios disruptivos en el modelo educativo, porque el alumno del futuro va a buscar flexibilidad para elegir sus cursos, incluso fuera del programa establecido, acceder a la tecnología que le permita definir su ritmo de aprendizaje y tener acceso a profesores y contenidos en todo el mundo, independientemente de su ubicación física.

España es el 10º país de la UE-27 con menor proporción de graduados universitarios en el conjunto de las áreas STEM que todo parece indicar que serán las que permitan la máxima empleabilidad en el futuro (22,4% frente al 26% UE-27 y el 36,1% de Alemania) y esta brecha digital coexiste además con una importante brecha de género, porque si el 54,7% de las matrículas de nuevo ingreso en los estudios universitarios de grado en universidades públicas son mujeres, en el ámbito STEM solo son el 26,8%.

El porcentaje de mujeres matriculadas en estudios superiores de carácter tecnológico solo es dominante en biotecnología (60,04%) y solo aumenta en nanotecnología (actualmente 41%). En las demás titulaciones es minoritario, hasta un exiguo 12% en informática, y además sigue descendiendo.

Sin embargo, su grado de empleabilidad, visto en función del porcentaje de contratos a tiempo completo, refleja niveles muy altos, lo que revela que no estamos ante un problema de empleabilidad sino de formación y vocación. Frente al déficit de formación, hay que impartir educación en la igualdad. Frente a la falta de vocaciones llevemos a los colegios los excelentes referentes que tenemos de mujeres investigadoras: en España la desparecida Margarita Salas, María Blasco, etc.; fuera de nuestras fronteras a Radia Joy Perlman conocida como la madre de Internet (que por cierto da nombre a este proyecto), Hedy Lamarr precursora de lo que hoy conocemos como las conexiones bluetooth y wifi, Evelyn Berezin, creadora del primer procesador digital de textos, y un largo etcétera.

Ser capaces, en una circunstancia como la que vivimos, de poner en marcha este Programa supone la confirmación del compromiso de todos con el impulso de la diversidad y de la igualdad de oportunidades en nuestra sociedad. Las 50 elegidas tienen el reto de cimentar la necesaria apuesta por las áreas de conocimiento STEM. Tenemos el talento y contamos con la capacidad de formación en nuestras universidades. Solo falta mostrar, en las etapas educativas previas, las enormes posibilidades de las ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas tanto para los hombres como sobre todo para las mujeres.

Pero, además, el programa que hoy presentamos es un ejemplo de colaboración universidad-empresa-tercer sector. Superemos de una vez por todas y para siempre, esa asignatura pendiente de la economía y de la sociedad española, que es la reticencia a la colaboración público-privada, las excesivas distancias entre universidad y empresa, agravadas por un absurdo sistema de autogestión universitaria, con ausencia de la sociedad y de sus empresas en la gestión y rendición de cuentas de nuestras universidades y que ha llevado a que ambas instituciones hayan funcionado demasiado tiempo en España como dos vías de tren siempre en paralelo y a distancia, generando un problema secular de falta de puesta en valor por el sector productivo de la investigación universitaria, con el consiguiente déficit de competitividad económica y bienestar social. Los intereses de las tres instituciones que estamos hoy aquí convergen. La universidad es de toda la sociedad a la que presta el servicio público de educación superior, las empresas, en un sistema de economía de mercado, único posible en el mundo actual, son los instrumentos necesarios e insustituibles del desarrollo económico-social y, por lo tanto, de nuestro bienestar y el tercer sector, hoy la ONCE, representa el necesario compromiso de la sociedad con los más desfavorecidos o en riesgo de exclusión, que es una responsabilidad de todos y no solo de los que padecen esa situación, sin el cual no habría equilibrio ni justicia social. Hoy más que nunca, por la delicada situación económico-social a la que nos enfrentamos, es necesaria la generosa unión de fueras y esfuerzos y la creación de sinergias entre todos, con respeto, claro está, de las esencias de cada institución.

Termino ya, gracias especiales a los mentores del Programa Radia, a su impulsor Carlos Iglesias y de nuevo a la ONCE y a la CEOE, a través de sus fundaciones, por su disponibilidad a la colaboración con la CCS de las universidades españolas.

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